Paula: Centro de operaciones del grupo de
contingencia Polvos Celestes. Entrevista a la paciente número 35. Bea, de 20
años de edad, soltera.
Paula: Bea. Cuéntenos lo que ocurrió aquel
día. Recuerde que lo que nos interesa es lo que ocurrió desde que cayó el polvo
celeste.
Bea: Como ya le he comentado no sé
exactamente cuando cayó el polvo.
Estuve de fiesta hasta muy tarde y,
aprovechando que mi padre estaba de viaje y mi madre es más tolerante, llegué a
casa de madrugada sobre las 6.
Yo no tengo coche pero me trajo a casa una
amiga. Estaba un poco pedo y me acerqué a la puerta tambaleándome. No atinaba a
meter la llave en la cerradura y me eché en un banco que hay en el porche a
esperar que se me pasara un poco el mareo.
Creo que me quedé un poco adormilada y fue
entonces cuando comencé a sentir cosas raras.
Recuerdo que no estaba cómoda y tenía
sensación de ahogo. Me arranqué los botones de la camisa al intentar abrírmela
para respirar pero conseguí hacerlo y sentirme más cómoda. Después, pasado un
rato comencé a tener sueños muy calientes. En uno de esos sueños estaba
cabalgando sobre una dura polla mientras me pellizcaba los pezones. Sentía que
estaba al borde del orgasmo pero no conseguía alcanzarlo. Todo estaba borroso y
yo intentaba ver la cara de quien me estaba follando pero cuando parecía que lo
iba a ver, todo se volvía más confuso. Cuando por fin parecía que me iba a
correr me desperté en el suelo del porche. Me había caído del banco y estaba bañada
en sudor.
Ya estaba clareando y como se me había
pasado un poco el pedo volvía a intentar abrir la puerta. Abrí sin problemas y
al entrar me ví reflejada en el espejo de la entrada. Tenía la camisa rota y
las tetas se me salían del sujetador como si fuera de dos o tres tallas menos.
Me lo desabroché y me quedé alucinada. Mis tetas habían crecido un disparate.
Las cogí por debajo comprobando lo que pesaban y pensé que aun estaba soñando.
Esto debe ser uno de esos sueños lúcidos en los que las personas sueñan pero
tienen conciencia de lo que sueñan.
Al ver lo gordo que tenía los pezones
también sentí curiosidad y me los toqué. Nada más tocarlos sentí un escalofrío
que me sacudió el cuerpo desde el coño hasta el último pelo de mi cabeza.
Mi entrepierna comenzó a destilar fluidos y
las ganas de correrme regresaron a mi de forma instantánea. No podía dejar de
rozarme los pezones con los dedos.
Cerré los ojos un instante intentando
recuperar el sueño anterior para seguir cabalgando aquella polla pero por más
que me esforzaba en dirigir el sueño seguí allí frente al espejo cada vez más
cachonda.
Entonces pensé…”quizás los sueños no sean
tan fáciles de dirigir” y seguí actuando convencida de que estaba soñando.
Subí las escaleras de la casa hasta el piso
superior procurando no despertar a nadie pero al pasar por la puerta del
dormitorio de mi hermano me asaltó de nuevo la calentura y me quedé parada.
Ahí dentro hay una polla y esto es un sueño
así que… por qué no terminarlo con un buen orgasmo.
Giré el picaporte de la puerta lentamente y
me asomé al interior. Ya entraba algo de claridad por la parte inferior de la
persiana y mi hermano dormía boca arriba.
Entré y cerré la puerta tras de mí. Di unos
pasos sigilosamente hasta colocarme junto a su cama. Miré hacia su entrepierna e
imaginé qué podría haber bajo la tela de
sus calzoncillos.
Siguiendo los extraños impulsos que
parecían dirigir mis movimientos desabroché mi sujetador y liberé mis enormes
tetas para comenzar a acariciar mis pezones. Otra vez aquella placentera
sensación y la intuición de tener un orgasmo de forma inminente.
Pero era absurdo correrme allí de pié
cuando podía follarme a mi hermano sin que nadie jamás lo supiera. Pronto me despertaría
así que lo mejor era darme prisa.
Me senté en el borde de la cama y metí mi mano
por la portañuela cogiendo la flácida polla de mi hermano. Nada más cogerla
noté un leve saltito pero había sido solo un pequeño reflejo y aquello aun no
crecía. Siempre he querido sentir crecer una polla en mi boca así que sin
pensarlo dos veces me la metí entera dentro de la boca. Estaba tan blandita que
podía jugar con ella con mi lengua pero nada más pasarle la lengua por el
glande un par de veces la verga de mi hermanito comenzó a hincharse y
enderezarse así que sin poder evitarlo tuve que dejar que una parte abandonara
mi hambrienta boca.
En cuanto la polla estuvo totalmente tiesa
comencé a mamarla. Estaba suave y dura, y me estaba sabiendo a gloria, tanto
que ni tan siquiera me preocupaba que se despertara.
De pronto sentí una mano en mi cabeza. Mi
hermano acababa de despertarse con una placentera pero extraña sensación.
Luis: ¿Qué pasa?. ¿Qué haces? Preguntó aun sin
poder abrir bien los ojos.
Agarré el tronco fuertemente con la mano,
aparté mi poca de su ensalivado cipote y comencé a menearlo lentamente.
Bea: Te estoy comiendo la polla y mira lo que
tengo.
Me incorporé un poco y le mostré mis tetas
orgullosa.
Bea: ¿Te gustan?
Luis: ¡Hostia que tetas!, pero ¿que te ha pasado?
Y ¿por qué me la estás chupando?
Bea: ¿Qué pasa?, ¿no te gusta lo que hago?
Abrace su polla con mis tetazas, escupí
sobre su capullo y meneé mis tetas arriba y abajo haciendo que la cabeza de su
cipote apareciera y desapareciera de entre aquellas dos suaves masas de carne
para volver a chuparla cada vez que asomaba.
Mi hermano se puso rígido ante mis constantes
atenciones y comenzó a gruñir de placer.
Bea: No te vayas a correr cabrón que tienes que
follarme.
Luis: ¿Follarte?
Mi hermano volvió a mirarme con cara de
espanto.
Bea: Sí, follarme. ¿Qué pasa?, ¿nunca te has
hecho una paja pensando en mí?
Luis: Uhmmmg, no sé, no me acuerdo.
Bea: Cómo que no te acuerdas, eres tonto. Seguro
que te has hecho más de una y ahora me vas a follar de verdad.
Y diciendo esto agarré sus calzones del
elástico y tiré hacia abajo hasta sacárselos.
Me quité las bragas y me subí encima suyo
dejando que mi coño descansara sobre su polla tiesa.
Estaba tan caliente que mi chocho no hacía más que rezumar
fluidos y con solo agitar mis cadera mi conejito de deslizaba arriba y abajo a
los largo de su polla.
Bea: ¿Te gusta lo que te hago?
Luis: ¡Joder! Si sigues haciendo eso me voy a
correr. ¿Por qué no te la metes de una vez?
Bea: ¡Vaya!, así que quieres follarme.
Luis: Pues claro cojones, métela ya o te la meto
yo como sea.
Metí la mano entre mis piernas y tras
restregar un par de veces su capullo por mi clítoris la enfilé para dejarme
caer sobre ella de golpe y sentir como inundaba toda mi ardiente vagina.
Ahhhgggg!, ¡que bueno joder!, que bueno era
sentir su polla dura llenándome toda.
Mi hermano no pudo resistirse a mis nuevos
encantos y me agarro las tetas con ambas manos.
Luis: ¡Hostia que buena estas cabrona!
Bea: Te gustan mis tetas ¿verdad?. Tócamelas, me
gusta que me las toquen cuando follo pero ahora me gusta aun más. Rózame los
pezones, mira lo duros que están.
Aceleré mis movimientos y lo cabalgué como
si quisiera arrancarle la polla con mi coño.
Bea: Así, así cabrón así, fóllame, fóllame,
uhmmmg sí, sí… ¡por dios que gusto!, me voy a morir de gusto.
Bea: Chúpame las tetas, ¡chúpamelas!
Mi hermano chupaba mis pezones con ansia y
mientras que con una mano sujetaba una de mis tetorras, con la otra comenzaba a
magrearme el culo.
Luis: Así así, así, sí, sí, joder, joder que
bueno, uhmmmffff ¡que polla tienes!
Llevé mis manos atrás y me separé las
nalgas abriéndome el culo.
Bea: Méteme un dedo, uhmm… méteme un dedo en el
culo.
Le cogí la mano y le chupé el índice
mirándolo con cara de zorra.
Bea: Vamos, fóllame el culito con este dedo.
Luis: ¡Que puta eres hermanita! Me encanta.
Me metió el dedo suavemente y lo dejó allí
clavado mientras yo seguía follándomelo como una posesa.
Bea: Vamos, vamos, así, así, sigue follándome, sí,
aguanta, aguanta que me corro, sí, cabrón, me corro con tu polla, sí, así, así,
me corrrooo, me corrrooooo, uhmmmmggg…
Mi hermano se había corrido al mismo tiempo
que yo y aunque su semen debía inundar las proximidades de mi útero, ni se me
ocurrió pensar en el riesgo de embarazo.
Total qué más daba. Cuando me despertara
todo habría quedado en un sueño.
Me deje caer a su lado, me acurruqué apoyando
mi cabeza en su pecho y me dormí.
Supongo que debí dormir poco más de media
hora pero al despertar esperaba encontrarme de nuevo en el porche durmiendo la
mona.
Abrí los ojos lentamente y miré hacia el
techo tomando conciencia de que estaba sobre una cama. Por suerte o por
desgracia no era la mía y mi hermano estaba dormido a mi lado con su polla
pringosa y llena de pelos pegados.
Lleve mis manos a mis tetas para comprobar
si seguían siendo enormes y así era.
No estaba segura de si seguía soñando y
decidí despertar a mi hermano.
Bea: ¡Luis, Luis!
Luis: ¿Qué pasa, que pasa?
Bea: Luis, ¿esto es un sueño?
Luis: ¿Un sueño?, ¿cómo un sueño?
Bea: Es que tengo las tetas muy gordas y hemos
follado.
Luis: Pues sí. ¿Qué pasa? ¡Quieres que echemos
otro?
La polla de mi hermano comenzó a crecer y
mi coño a tener pequeños espasmos reclamando de nuevo mi atención.
Bea: Pero es que te has corrido dentro y no tomo
nada.
Luis: Ya, entiendo.
Se quedó un momento pensativo y por fin
pareció encontrar una respuesta a sus dudas.
Luis: ¿Quieres que te dé por el culo?
Bea: No tonto. Vamos a mi cuarto que allí tengo condones.
Al momento estábamos follando otra vez solo que habíamos olvidado algo importante… no estábamos solos en casa.
Bea: No tonto. Vamos a mi cuarto que allí tengo condones.
Al momento estábamos follando otra vez solo que habíamos olvidado algo importante… no estábamos solos en casa.
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